Carrizal

por: Santiago Valenzuela A.

Remedios: minería y agricultura

Al igual que en otras zonas del país, la zona veredal de Remedios, Antioquia, tuvo retrasos en su construcción. Los exsubversivos le apuestan a reactivar la agricultura en un territorio históricamente minero y ganadero. Desde hace varias décadas, y mientras el conflicto armado estuvo en plena escalada, algunos campesinos ya le apostaban a cultivar en pequeñas huertas.  Sin embargo, la falta de vías ha evitado que puedan comercializar sus productos.

Salir del municipio de Remedios (Antioquia) hacia la zona veredal de Carrizal, donde estaban concentrados los  integrantes del Bloque Magdalena Medio de las Farc, era dejar atrás el paisaje urbano, de comercio, música y bares, para transitar por una vía destapada y silenciosa, donde las fincas están escondidas y solo se siente el eco de la cordillera central.

El ruido de las minas de oro es lo único que queda cuando el carro pasa por Segovia. En una mañana lluviosa no hay vehículos transitando, tampoco se ven campesinos labrando el campo. De repente aparecen algunas mulas cargando bloques de madera, lo demás es silencio.

En un día soleado, un carro puede tardar  tres horas para ir hasta Carrizal. Ese día lluvioso, cuando visitamos la vereda, fueron siete horas para llegar, incluyendo una pausa por la carretera inundada, donde se varan chivas, autobuses y carros particulares.

A medida que avanza la carretera, el bosque va desapareciendo de forma abrupta. El paisaje verde es eclipsado por árboles quemados, hectáreas completas. Paradójicamente, en esas zonas deforestadas hay estaciones de policía incrustadas en las montañas.

Si no son hectáreas deforestadas, el paisaje es ganadero o minero . Es necesario salirse de la carretera para encontrar un cultivo de maíz, tomate o yuca. Es, como dicen los pobladores, “un pueblo 100% minero”.

A la entrada de Carrizal se pueden ver algunas casas marcadas con la bandera o las letras del ELN. Casas en donde habitan campesinos dedicados principalmente al comercio de madera. A unos 15 minutos del casco urbano de la vereda funcionó hasta agosto pasado el campamento de agrupamiento de las Farc, donde se construyeron casas blancas de cemento. En frente, un campamento del Ejército y unas casas del  Mecanismo Tripartito de Monitoreo y Verificación.

Desde la zona de recepción del campamento de las Farc “Teo” mira a lo lejos. Él se unió a la guerrilla en 1989, después de ser perseguido en Medellín por hacer parte de las juventudes comunistas.

Más allá de los retrasos que se presentaron en la construcción y la adecuación de la zona veredal, en donde faltaron adecuar espacios y construir nuevas casas, a Teo le preocupa el paisaje que se ve desde la vereda: “¿En qué vamos a trabajar cuando regresemos a la vida civil?”.

Se lo pregunta porque él y sus compañeros no están de acuerdo con generar deforestación. De hecho, el pasado 13 de abril comenzaron a reforestar los alrededores de la zona veredal con la ayuda de estudiantes de la Universidad Nacional.  Un intento que, ellos saben, es mínimo.

De fondo, como lo admite el comandante ‘Alberto Cancharina’, reactivar la agricultura en una región principalmente minera y ganadera implica conflictos: “Nosotros le estamos apostando a la reforestación en toda la región. Sabemos que la minería causa un grave daño al ecosistema, lo que tenemos que buscar es cómo reparar eso”.

Su preocupación es compartida por la Alcaldía de Remedios. Carolina González, secretaria de Gobierno del municipio, cuenta que el reto de la institucionalidad es inmenso. “Nosotros nos enteramos de que íbamos a ser zona veredal a comienzos de 2016. Todo esto nos ha tomado por sorpresa porque para implementar los puntos del Acuerdo de Paz se necesita institucionalidad. Tenemos más de 1.985 km cuadrados, un presupuesto por  45.000 millones de pesos para intervenir 53 veredas, 2 corregimientos y mejorar la calidad de vida de 29.000 habitantes. No será fácil”.

 

Momento histórico

Los deseos del comandante de las Farc y de la secretaria de Gobierno deben pasar del plano ideal a la realidad. El primer punto del Acuerdo, sobre el agro, apunta justamente lograr una “política de desarrollo agrario integral”.

Uno de los objetivos consiste en erradicar la pobreza rural extrema y disminuir, en un lapso de 10 años, el 50% de la pobreza en el campo. Este punto incluye, por ejemplo, la protección de las áreas de especial interés ambiental.

Estos objetivos, vistos desde la carretera fangosa de Carrizal, desde las plantas de mercurio en el costado de la vía, se ven lejanos. Solamente en Carrizal un bulto de maíz cuesta 150.000 pesos, el doble de lo que vale en Remedios, donde sí es posible transportar productos agrícolas, donde es fácil acceder a un fertilizante y donde llegan frutas y verduras de Medellín.

Transformar la realidad de Remedios requiere más de 10 años y un esfuerzo institucional enorme. Así lo explica el secretario de Desarrollo Social y Agropecuario de Remedios,  Gustavo Vidales :“cerca del 80% de la población (23.000 habitantes) trabaja en minería, esto sucede desde La Colonia. Pese a que el territorio tiene más del 70% catalogado como jurisdicción rural,  la población vive más que todo de la minería y la ganadería. En el tema agrícola hay cosechas de arroz, frijol, yuca, plátano, entre otros productos que se utilizan principalmente para la canasta familiar. Nada se exporta”.

En los estudios de la alcaldía aparece que la tierra en Remedios es idónea para cultivos de yuca, maíz, sandía, plátano, zanahoria, tomate, auyama, entre otros. “La realidad es que nuestros campesinos cuentan con asistencia técnica usar semillas, mallas, fertilizantes, pero hace falta mucho más. Transportar los alimentos resulta costoso, no se compensan los gastos de la producción con lo producido. Le pongo un ejemplo: una producción de libra de pollo les cuesta entre $3.800 y $4.000, y a Remedios lo traen desde Medellín y cuesta 2.800 o 3.000 pesos. No es rentable”, dice Vidales.

Además de dificultades para impulsar el desarrollo agrícola, Remedios es uno de los municipios más deforestados de Antioquia. De acuerdo con un estudio del Departamento Nacional de Planeación (DNP) tiene 2.110 hectáreas deforestadas, que representa el 1,50 % de la deforestación nacional y el 39,81% municipal.

 

¿Qué hacer con la minería?

No hay que salir de remedios para ver las minas, la mayoría informales. Tampoco es necesario un esfuerzo mayor para ver la contaminación en los ríos por la minería de aluvión.

Una de las minas más conocidas en Remedios es Palmichala, no solo porque es fuente de empleo para cerca de 80 trabajadores, sino porque intenta cumplir con las normas nacionales, aunque utilice mercurio para sacar el oro.

La mina es reconocida, además, por sus 42 años de historia: “Antes la minería se hacía acá artesanalmente, con pala en el río. Esto fue evolucionando y ahora se ha tecnificado. Utilizamos mercurio para recuperar entre el 45 y 50% del oro. Como por norma del Ministerio de Minas debemos dejar de usar mercurio para el otro año, necesitamos duplicar la producción para comprar equipos más avanzados”, cuenta Jaime Núñez, coordinador encargado de la mina.

Palmichala, que es una de las pocas minas formales del municipio, tiene reservas por 30 años más para producir oro. Núñez cuenta que hay cientos de trabajadores que esperan trabajar en una mina formal: “Un minero puede ganar un jornal diario de $120 mil o $140 mil. A un campesino no le pagan más de $30 mil trabajando como jornalero”.

El secretario de Ambiente y Minas de Remedios, Wilman Augusto Cañas, cuenta que el problema de la contaminación con mercurio no es tan fácil de resolver: “Remedios es un municipio netamente minero, no hay un censo, pero por donde quiera que usted vaya verá minas. Lo que estamos tratando de hacer es construir una planta general para que los mineros se trasladen y trabajen desde allí, no con mercurio en diferentes zonas del municipio”.

Históricamente los mineros han sido golpeados por el conflicto armado. Durante las tres masacres paramilitares que vivió el municipio entre 1982 a 1997, en las que cayeron líderes comunales y miembros de la Unión Patriótica, también murieron por lo menos dos reconocidos mineros de la zona: Efraín Antonio y Jairo Pérez.

Más recientemente, en julio pasado, cerca de 10.000 mineros de Remedios y Segovia salieron a marchar pacíficamente en defensa de la minería artesanal y para que -según los propios marchantes- el Gobierno no tome medidas que beneficie a las grandes multinacionales extractoras. La movilización ciudadana, que desencadenó un paro de cerca de dos meses de Remedios y enfrentamientos entre mineros y Fuerza Pública, dejó un muerto y decenas de heridos.

 

La esperanza

A unos cinco kilómetros de una mina ilegal está la huerta de Marta Nubia Uribe, madre soltera, con 7 hijos. Hace 20 años vive en una parcela en la vereda San Cristóbal. Empezó trabajando en minas informales para el sustento de sus hijos. Sin embargo, las condiciones laborales como minera la llevaron a la agricultura.

“Acá la comida es muy cara  y a mí siempre me ha gustado la agricultura. Aprendí lo más de fácil a cultivar yuca, papa criolla, tomate y plátano. Y ahí pues con la huerta casera pude darle comida a mis hijos y los gastos disminuyeron mucho. Cómo será que hasta mis vecinos me compran”, cuenta.

En medio de fincas desérticas y prados extensos para ganadería se ve otra finca con cultivos de cacao y guanábana. Allí vive José Guzmán, quien siguió el ejemplo de su vecina Marta: “Yo comencé hace 10 años con cultivos de cacao. Apenas tengo cinco hectáreas pero la tierra es muy buena, siempre que he sembrado el cultivo produce. Aquí al lado usted ve vecinos que queman mucho la tierra para traer ganado. Puede que produzcan más que yo, pero a mí no me gusta la quema, ya tengo 500 palos de cacao”.

Las historias de Marta y José son vistas en la Alcaldía como prospecto de lo que podría ser el posconflicto. Carolina González, secretaria de Gobierno, cree que el cambio está empezando por este tipo de personas: “Nosotros tenemos en el Registro Único de Víctimas (RUV) 5.500 personas. La guerra nos ha afectado mucho, desde 1963 las Farc ha estado en la zona.  El oro representa un atractivo para los grupos organizados, entonces cuando las personas de verdad le apuestan por la agricultura nosotros y el Gobierno debemos apoyarlos”.

Aunque se la juega por la paz, secretario de Ambiente y Minas no cree que proyectos extractivos se acaben en un corto o mediano plazo: “La minería constituye la fuente ingresos para un mínimo vital de muchísimas familias. Pero yo le digo algo, la tranquilidad que se respira por estos días no se respiraba antes. Dicen en las calles que es mejor tener 1.000 hombres rompiendo la roca que 1.000 hombres armados con un fusil”.

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